Dios había creado todo bueno, y preparó todo para su creatura predilecta; el ser humano. Sin embargo, éste, tentado por el demonio, y usando mal su libertad, desobedeció a Dios, y como consecuencia de este pecado es que entra el mal en el mundo, y con él, la enfermedad y la muerte. Y como podemos ver, de ahí en adelante los pecados de todos nosotros lo que han hecho es acrecentar los sufrimientos.
Jesús, en su vida terrena, tuvo una particular predilección por los enfermos y los que sufren. Existen muchos pasajes en los Evangelios, en los que se evidencia cómo Jesús sanó a muchos que acudían a Él con confianza, se compadecía de sus sufrimientos y los curaba.
La Unción fortalece el alma para hacer frente a la enfermedad, perdona los pecados y puede, si es la Voluntad de Dios, sanar el cuerpo del enfermo. Aprendamos sobre quién y en qué momento debe recibir este sacramento.
El sacramento de la Unción es como un puente entre nosotros y Dios que nos obtiene diferentes gracias especiales. Nos conforta en la dificultad, pero sobretodo nos ayuda a conformarnos cada vez más con el misterio de la muerte y resurrección del Señor.